Enseñanza de la pandemia COVID-19. El reencuentro con la vulnerabilidad humana. M. de la Luz Casas Martínez. Centro Interdisciplinario de Bioética, Universidad Panamericana, Ciudad de México, México.

En este artículo, podemos encontrar una reflexión en relación a las luces y sombras que vivimos en este ambiente pandémico. Un año nos ronda desde que empezó todo. El desconocimiento, el horror, la incertidumbre, y el caos que vinieron tras la negación y la ceguera propia de la dificultad para asumir y colocar lo que estaba aconteciendo. Cada cual a su manera, hemos ido haciendo la digestión del proceso. Una digestión en la que no pocas veces con lo que más nos hemos confrontado es con nuestra vulnerabilidad.

“(…) ante gran parte del pensamiento occidental, basado en una sociedad individualista, materialista, autonómica y autosuficiente, la pandemia nos recuerda un componente de nuestra naturaleza humana, que frecuentemente se trata de minimizar en la cultura actual: la vulnerabilidad”

M. de la Luz Casas Martínez (p.82).

Vulnerabilidad, ver que nuestra capacidad para anticiparnos, hacer frente y resistir al peligro y las vicisitudes disminuía. Vulnerabilidad, nuestra dificultad para sobreponernos al trauma individual y colectivo, y nuestra frustración para reconstruir nuestras vidas en todos sus campos, personal, familiar, social, profesional, económico, sanitario y político.

“Es evidente que las crisis sacan a la luz lo mejor y lo peor de la libertad humana”

M. de la Luz Casas Martínez (p.82).

Vulnerabilidad, aquello que nos hace ser más necesitados que nunca. Y sobre todo, necesitados de vincularnos afectivamente con otro, con otra, que podrá comprendernos y reconocernos en nuestras pérdidas.

La autora, habla de la importancia de que seamos conscientes de que inevitablemente estamos atravesando un periodo de vulnerabilidad. Conocer nuestras carencias, nos pone en contacto con nuestras necesidades y sólo desde ahí podremos promover actitudes empáticas y solidarias. Y del otro lado, expresa que el mostrarnos invulnerables, nos conduce a rechazar a la otra, a no tenerla en cuenta, a envilecer al que está enfrente y por tanto, a conflictuar.

“(…) todos los seres humanos, como criaturas, somos individuos frágiles, necesitados e incompletos, desvalidos ante males materiales y víctimas del mal moral ocasionado por otros, ya sea provocado o no intencionalmente”.

M. de la Luz Casas Martínez (p.83)

Vulnerabilidad que resulta en un sinfín de emociones, a veces contrapuestas, que se relacionan con la justicia social y la ética o la falta de ellas. Hoy sin duda, lo podemos ver. La ética o falta de ella en torno al uso y administración de la vacuna. Toda una polémica sobre la que reflexionar, porque las emociones, a menudo no tiene base racional, y menos en tiempos de pandemia.

Cuán importante es reconectarnos con la compasión, ese sentimiento que desde el contacto nos permite comprender que la otra o el otro sufre, y que nos mueve el deseo de aliviarles.

«(…) la persona siempre tendrá razones más sólidas para alentar el ejercicio de la imaginación compasiva que atraviesa las fronteras sociales y propende por la defensa de los derechos fundamentales».

Nussbaum, como se citó en M. de la Luz Casas Martínez (p.84)

Vulnerabilidad y compasión. La primera inevitable e intrínseca, la segunda sistémica y necesaria. Promover la dignidad, la responsabilidad y nuestra humanidad.

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Todo un artículo que nos lleva a una amplia cuestión presente en todos los campos que vivimos.

Referencia Bibliográfica: https://doi.org/10.1016/j.bioet.2020.09.001

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